ESPANHA |  www.flickr.com/jordiegea

Los estudios de Diseño gráfico en la Escuela Massana  de Barcelona fueron el  germen de mi interés por la imagen fotográfica y la comunicación visual. Como la mayoría de los fotógrafos de aquella época en nuestro país, aprendimos la técnica de la fotografía analógica de forma autodidacta.

 Más tarde e influenciado  por las corrientes estéticas  europeas y norteamericanas como August Sander y Cartier Bresson,  la técnica desarrollada  por Ansel Adams, Edward y Brett Weston,  reflexiones sobre el medio fotográfico de Irving Penn y Richard Avedon, o la subjetividad de Robert Frank. Aprendimos a ver y reflexionar de forma distinta sobre nuestro entorno y la realidad social, muy distorsionada por años de autarquía estética. A través de estas corrientes profundizamos en términos técnicos hasta entonces desconocidos, luz fría, densitometria, Sistema de Zonas, Pyrogallol. En este contexto me propuse un proyecto que tuvo una cierta repercusión internacional.  Me aproximé al medio social donde resido para fotografiar los rostros de hombres y mujeres de mi entorno, describiendo a través de su humanidad mi pequeña localidad. Seres reales de un pequeño pueblo que en si mismo expresa la fuerza del Universo. Un intento de configurar a través de sus imágenes, un discurso ético y estético con el cual me identifico culturalmente, me siento cómodo y las imágenes evidencian complicidad con el sujeto. Un ejercício de fotografiar personajes que me son cercanos, de mi entorno geográfico y anímico. Fué como un espejo simbólico que reflejaba mis emociones y mi realidad. El proyecto se materializó en forma de una exposición itinerante por diversos países y la edición de un libro titulado “Retrats, gent del poble, Argentona”.

La etapa digital supuso un paréntesis importante y duradero en mi trabajo. Durante largo tiempo me perdí ante el nuevo discurso tecnológico e inicié un largo aprendizaje hasta encontrar de nuevo, el camino iniciado anteriormente en el retrato, aunque con diferentes herramientas. En la nueva etapa digital, el Sistema de Zonas continua presente para articular un blanco y negro rico en matices. Y si en el retrato buscaba la complicidad en la mirada,   en la fotografía naturaleza encontré la emoción  en una nueva técnica de movimiento y calma, evolucionando cada vez más hacia un discurso estético minimalista.

En la fotografía de paisaje deseo convulsionar el movimiento y la calma. Configurar un espacio de elementos contrapuestos, el dinamismo de nubes en movimiento, agua sedosa y elementos minimalistas protagonistas de un impacto visual. Deseo mostrar elementos que seduzcan y que construyan una geometría  personal. Por estas razones trabajo los paisajes con filtros de densidad neutra. No busco la fidelidad objetiva, prefiero construir y transmitir mi subjetiva realidad. Vivimos en una realidad de color, transformar esta realidad en imágenes en blanco y negro es lo que más me aleja de esta objetividad y me permite construir un discurso estético distinto, personal y creativo.

La fotografía de larga exposición configura un diálogo reposado con el entorno, que te abraza y sumerge pausadamente,  en un universo de luces y sombras. En el atardecer, la inexorabilidad del tiempo  va transformando el  entorno, de forma relajada las luces languidecen, aumentan los reflejos y los grises se transforman de forma casi imperceptible en penumbra.  Una fotografía que se construye más sobre el tiempo que sobre la luz. Un silencio que emana de las fotos, es el silencio necesario en el que el fotógrafo se pone en paz y contempla a su alrededor. Esta simbiosis de luces y sombras, configuran mi reto fotográfico personal, casi un proceso dialéctico  para encontrar cuando y donde la magia aparece, este instante donde la imagen que imagino se conjuga con la imagen de la retina. Así termina la búsqueda del instante preciso, que con el tiempo he descubierto que existe y me invita a esperar y compartir.

La belleza es un destino de la verdad, encontrar la verdad en la belleza es construir una estética. Los paisajes de larga exposición son una fotografía buscada, meditada y trabajada para mostrar un universo personal, una fantasía.

 

EXPOSIÇÃO: LUZES E SOMBRAS

© Jordi Egea Torrent

La fotografía de larga exposición configura un diálogo reposado con el entorno, que te abraza y sumerge pausadamente,  en un universo de luces y sombras. En el atardecer, la inexorabilidad del tiempo  va transformando el  entorno, de forma relajada las luces languidecen, aumentan los reflejos y los grises se transforman de forma casi imperceptible en penumbra.  Una fotografía que se construye más sobre el tiempo que sobre la luz. Un silencio que emana de las fotos, es el silencio necesario en el que el fotógrafo se pone en paz y contempla a su alrededor. Esta simbiosis de luces y sombras, configuran mi reto fotográfico personal, casi un proceso dialéctico  para encontrar cuando y donde la magia aparece, este instante donde la imagen que imagino se conjuga con la imagen de la retina. Así termina la búsqueda del instante preciso, que con el tiempo he descubierto que existe y me invita a esperar y compartir.

 

 

 

 

 

 

 

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